Sabemos que la competencia entre marcas ha dificultado la diferenciación de las mismas, y con esto, la fidelización de los clientes. El consumidor sabe lo que quiere, por lo que en el proceso de compra es vital para cualquier marca: “brindarle al consumidor no sólo un buen producto y servicio sino una experiencia inolvidable”.
Según el psicólogo de Quirónsalud Campo de Gibraltar Ildefonso Muñoz en España, en el momento de comprar, una persona siente gran placer y el cerebro libera una descarga de endorfinas, ¡los mismos neurotransmisores que nos hacen sentir placer! Ahora, veamos este mismo contexto agregando las sensaciones que provocan los aromas.
Como todos sabemos, las mujeres disfrutan más ir de compras que los hombres. Cuando una mujer encuentra la prenda indicada, su cerebro libera endorfinas que la impulsan a querer comprar en el acto; este momento se graba en la memoria de corto plazo: “Quiero comprarme esta blusa que me queda excelente”. Ya en la caja, en el momento de pagar, la blusa pasa a ser suya y se liberan más endorfinas por haber cubierto esta necesidad; este momento pasa de la memoria de corto a mediano plazo: “La blusa que quería ahora es mía”. Horas más tarde, al llegar a su casa, desenvolver la blusa y sentir el aroma de la tienda genera nuevamente endorfinas, pasando este momento de la memoria de mediano a largo plazo. En adelante, cuando necesite una blusa nueva, pensará primero en la experiencia que tuvo en aquella tienda y esta se convertirá en una de sus favoritas. Es aquí cuando se genera la relación de largo plazo con la tienda o marca: “Cada vez que necesite ropa regresaré a comprar allí”.